martes, 15 de febrero de 2011

OPINIONES ACERCA DE LA BAJA DEL IGV


Por qué una nota “ambigua” acerca de la reducción del IGV? Porque tengo sentimientos encontrados que trataré de explicar. Estoy de acuerdo con el “qué” pero no con el “cómo”.
El Qué
Regresar el IGV a su nivel anterior de 18% es una medida acertada, de justicia y económicamente buena (ojo, hablando como economista no como cajero). El punto adicional se crea cuando en el MEF cundía la desesperación por equilibrar el presupuesto ante la decisión del Presidente Toledo de subirle el sueldo a los maestros, medida que no estaba presupuestada y que urgía financiar. Los que tengan buena memoria se acordarán incluso de los anuncios del Ministro Silva Ruete acerca de que se estaba estudiando poner impuestos a las llamadas por celular y a la TV por cable para financiar estos gastos no presupuestados. Al final el prevaleció el sentido común y se optó por lo menos malo: elevar el IGV en un punto como una medida “temporal” - iba a terminar en diciembre del 2004 – pero como todo adicto al “crack” el Gobierno se volvió también adicto a este nuevo ingreso y no lo pudo eliminar hasta hoy.
[Una nota al margen: Dicho sea de paso, es una pena que después de casi 20 años de reformas económicas, sigamos teniendo la mayor parte del presupuesto financiado por impuestos indirectos (IGV e ISC) cuando los países más desarrollados basan su presupuesto en impuestos directos. Esto demuestra lo lejos que estamos de alcanzar status de “economía desarrollada” a pesar de algunos anuncios delirantes.]
Sin dudas, un IGV de 19% es altísimo y sumamente distorsionante. Rebajar impuestos indirectos es una manera de devolver dinero a los contribuyentes, en este caso, particularmente a los agentes económicos formales que son los que soportan la pesada carga de la tributación en un país con un altísimo nivel de informalidad. Todos aprendemos en el primer año de universidad como los impuestos indirectos (que afectan precios y no rentas) son altamente distorsionantes y reducen la eficiencia del sistema de precios, afectando también el bienestar de productores y consumidores. Por esta razón, una rebaja como la propuesta debe ser – desde el punto de vista económico – bienvenida. Y ojalá se pudiera rebajar aún mas para llevarlo a niveles del 12% en el mediano plazo, claro está, sujeto a que tal rebaja es sustentable desde el punto de vista presupuestario.
Un punto del IGV representa unos 2,000 millones de soles y seguramente detrás de esta decisión del MEF está la proyección de un extraordinario periodo de regularización del impuesto a la renta este Marzo que viene, donde las empresas regularizan el pago del IR con respecto a los resultados del año 2010 y que – en particular para el caso de las empresas exportadoras ligadas a commodities – debe haber sido espectacular. Por lo tanto, no me cabe duda de que esos 2,000 millones de soles serán compensados con mayores ingresos por IR respecto del presupuesto.
El Cómo
Lo negativo de esta decisión es el “cómo”. Para empezar, esta decisión se toma apenas un día después que el presidente Alan García pidiera públicamente al MEF evaluar una reducción de costos tributarios. Todos los que hemos trabajado en el MEF (y yo he trabajado en tres administraciones distintas) sabemos que una reducción de impuestos no se analiza en un día. Incluso, el propio Ministro de Economía había dicho no saber en la víspera a cuánto podría bajarse el IGV y ofrecía terminar de estudiar el tema antes de culminar este gobierno. Vale recordar que hace pocos días, el propio Presidente García había considerado imposible reducir el IGV tal como lo había planteado Alianza por el Gran Cambio (PPK). Este sorpresivo anuncio demuestra que esta medida se ha tomado sin mayor análisis y solo para responder a un pedido público del Presidente al MEF, lo cual ya empieza a verse mal.
En segundo lugar, esta medida parece estar motivada no por las consideraciones de eficiencia económica o de justicia reseñadas arriba, sino por el fantasma de una subida de precios de alimentos y combustibles. Es decir, se pretende utilizar la rebaja del IGV como una herramienta anti-inflacionaria y eso sí es una barbaridad que no resiste el menor análisis. Los impuestos son para otra cosa, no para detener presiones inflacionarias. Peor aún, el efecto inducido por la reducción impositiva sobre la demanda agregada puede hacer incluso mayores las presiones inflacionarias. Desde este punto de vista, esta medida es un despropósito pues no cumplirá con el propósito que se está persiguiendo.
En tercer lugar, esta es una medida que debe tomar un gobierno que empieza no uno que esta por irse. El año fiscal recién empieza, la turbulencia internacional no ha terminado, pero ya estamos retirando ingresos permanentes que serán cubiertos por ingresos con un alto componente temporal (como aquellos provenientes del IR de los exportadores de commodities).
¿Cuál es el realmente el punto central?
El punto central es que la política fiscal y la política tributaria se siguen manejando en forma discrecional, de acuerdo al criterio del ministro o presidente de turno, sin ningún criterio de planificación de mediano plazo (multi-anual). Se sustituyen ingresos permanentes por temporales como si fueren intercambiables, se financian gastos permanentes con ingresos temporales, se bajan tasas para contener la inflación, y así sucesivamente. El ciclo presupuestal sigue siendo anual y miope. La formulación presupuestal es inercial y no presta ninguna atención a los componentes permanentes y temporales de ingresos/gastos. Y eso es lo que está mal.
Por todo lo anterior, escribo esta nota ambigua y esquizofrénica.

Fuente : blog de Cayo