jueves, 11 de diciembre de 2008

¿Llegó la hora de la Tasa Tobin?


La «Tasa Tobin» fue enunciada por el economista norteamericano James Tobin (premio Nobel de Economía en 1981) en 1971. Consiste en gravar con un impuesto (entre, aproximadamente un 0,1 % y 0,5 %) toda transacción entre divisas y, dato importante, afectaría únicamente a las operaciones puramente especulativas.
La iniciativa de este economista norteamericano nació como una solución simple, pero muy efectiva, contra los movimientos especulativos llevados a cabo por agentes económicos que podían hacer fluctuar peligrosamente los tipos de cambio con lo que pondrían en serios aprietos el intercambio internacional de bienes y servicios así como la política monetaria de las diferentes naciones.

Esta idea esbozada en el ámbito académico, sin embargo, no llegó a llevarse nunca a la práctica por diversos motivos, fundamentalmente porque sus detractores no veían la necesidad de su implantación. La idea de Tobin no nació con un afán recaudatorio, sino que éste era un efecto del principal objetivo que consistía en lograr la estabilidad de los tipos de cambio.

A finales del pasado siglo (1997) la «Tasa Tobin» salió de nuevo a la palestra por parte de una plataforma creada para fomentar su implantación. Esta plataforma se denomina por su acrónimo inglés ATTAC que puede traducirse como Asociación por la Tasación de las Transacciones y por la Ayuda al Ciudadano) vinculada, inicialmente, a grupos alternativos otorgando a la «Tasa Tobin» una finalidad fundamentalmente recaudatoria con el fin de corregir los desequilibrios entre los países del primer y tercer mundo. Con posterioridad ha sido defendida por importantes economistas, destacando entre ellos el Nobel Joseph E. Stiglitz conocido por haber sido asesor económico del presidente Clinton y por haber formado parte del «grupo de expertos» que han asesorado al actual presidente del gobierno de nuestro país y, también, por su postura crítica con el fenómeno de la globalización.

Alrededor de 2005 se inicia una tercera lectura de la idea de Tobin cuya finalidad última sería la de dotar de estabilidad a los mercados financieros internacionales (Jeffrey Sach y otros) que utilizan sofisticados mecanismos y que, en un momento como el actual, pueden fallar provocando consecuencias no deseadas. Esta gestión estaría en manos de algún organismo internacional como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial que sería el encargado de su implantación, control y utilización de los fondos obtenidos en función de las diversas necesidades que se planteasen.

Hay que tener en cuenta que, en los momentos actuales, los movimientos de dinero a nivel mundial en todos los conceptos (pago de bienes y servicios e inversiones financieras de todo tipo) alcanzan un volumen de unos 2.000.000 millones de $ ¡¡al día!! y que, de éstos, alrededor de un 80 % corresponden a fondos a muy corto plazo y no vinculados directamente al pago de transacciones comerciales.

La implantación de la «Tasa Tobin» ha sido defendida por sus partidarios con los siguientes argumentos entre otros:

- Se dotaría de estabilidad al sistema financiero internacional, desincentivando de forma clara las operaciones financieras a muy corto plazo.

- Se dotaría a algún organismo internacional (FMI u otros) de autoridad regulatoria implantando una leve tasa que no gravaría de forma importante las transacciones fnancieras y que limitaría la especulación y la volatilidad en los mercados.

- Supondría un instrumento con un gran potencial recaudador.

- En cuanto a su idoneidad, o no, se resalta por parte de sus defensores que hace unos años tampoco se veía posible la implantación de un impuesto a la industria sobre la emisión de gases de efecto invernadero y actualmente ya se encuentra totalmente en vigor en una gran parte de los países principales emisores de este tipo de gases.

En cuanto a sus detractores, aducen argumentos igualmente válidos como la existencia de paraísos fiscales que concentrarían este tipo de operaciones, intervencionismo en los mercados, etcétera.

No cabe duda que la «Tasa Tobin» va a concentrar una buena parte de las discusiones en los próximos meses como iniciativa de gran calado para la futura regulación de los mercados financieros internacionales.