lunes, 8 de marzo de 2010

La Curva de Laffer: De como una simplona teoría impositiva resultó ser el marco teórico del neoconservadurismo


Para rebajar los impuestos se dictaminó que la tasa impositiva máxima se reduzca del 60 al 28 por ciento. Desde luego, esa acción estaba respaldada por la afirmación teórica de que al rebajar impuestos se estimula la actividad económica; teoría que fue originalmente formulada por el doctor Arthur Betz Laffer, quien desde 1972 –año en el que obtuvo el título de Ph.D. en Economía- había pregonado que cuando los impuestos se han tornado demasiado altos, los empresarios dejan de sentir ese innato deseo por producir. Así, los impuestos muy altos no producirían más ingresos para el fisco, sino que en un extraño giro más bien generarían el efecto inverso.
La tesis fue divulgada en 1977 a través de un libro titulado The Way the World Works (‘La manera en que funciona el Mundo’) cuyo sexto capítulo se destina a explicar el significado de un diagrama denominado ‘Curva de Laffer’. El autor del libro es Jude Wanniski un antiguo periodista de The Wall Street Journal, quien relata que el diagrama original fue dibujado por el propio Arthur Laffer sobre una servilleta del restaurante ‘Two Continents’ de la Ciudad de Washington, al cual habían invitado a cenar al influyente jefe de gabinete de la Casa Blanca para exponerle la conveniencia de que el Presidente Gerald Ford promueva la reducción de impuestos.
Mientras cenaban, Laffer trató de explicar verbalmente al funcionario de la Casa Blanca, el hecho de que si se cobra un impuesto del cero por ciento a las utilidades de las empresas, obviamente no se producirá ningún ingreso para el fisco; pero que tampoco se conseguiría nada decretando un impuesto del 100 por ciento, porque se mataría el aliciente empresarial. Por lo tanto, entre esos dos extremos -que se unían con una línea curva que semejaba el perfil de una campana- debía existir un punto intermedio en el cual la curva habría alcanzado su vértice más alto. Así, sí ese punto intermedio ya se había sobrepasado, para recaudar más se debía reducir la tasa de impuestos.

Según Wanniski, como el asesor de la Casa Blanca no lograba visualizar la explicación verbal, Arthur Laffer agarró una servilleta y en ella dibujó lo que llegaría a ser su famosa curva en forma de campana. Lo interesante de esta anécdota -no refutada por ninguno de los tres protagonistas- es que el asesor de la Casa Blanca se llamaba Dick Cheney, quien 24 años más tarde sería electo Vicepresidente de los Estados Unidos.

La idea de Laffer fue puesta en practica en 1978, cuando en California –donde Reagan había sido gobernador- se aprobó la denominada ‘Proposición 13’, que redujo drásticamente la tasa de impuesto predial. La ‘proposición’, desde luego, fue acogida gratamente por inversionistas y por propietarios, pero también recibió un amplio apoyo de la gente común que luego respaldó a Reagan en su campaña presidencial de 1980. Como es fácil de entender, una de sus primeras acciones al asumir el poder, fue la de nombrar al doctor Laffer como su asesor económico.

Sin embargo, Ronald Reagan se caracterizaba por ser un político a tiempo completo. Por lo tanto, cualquier estrategia de su gobierno primero tenía que ser destilada a través del filtro de la opinión pública. Pero sobre ese escenario la tesis de Laffer adolecía de una grave debilidad: podía ser fácilmente criticada como una hábil maniobra destinada a justificar la reducción del monto de impuestos que debían pagar los ricos.
Para minimizar esa potencial crítica, Arthur Laffer hecho mano de un antiguo axioma económico denominado ‘Ley de la rentabilidad marginal decreciente’, el cual permite deducir que las utilidades de las empresas comienzan a decaer una vez que su producción ha superado ciertos limites. En consecuencia, si

las empresas están cerca de esos limites, los empresarios preferirán trabajar menos. Pero si trabajan menos, producirán menos. Si producen menos, ganarán menos. Y si ganan menos, el fisco recibirá menos impuestos.

Bajo esa perspectiva, para que en la economía se produzca más y se recaude más, lo correcto es –aunque suene paradójico- rebajar los impuestos a las rentas empresariales. Así, la Curva de Laffer brindó el respaldo teórico requerido por la reducción de impuestos ordenada por Reagan en Norteamérica y por Thatcher en Inglaterra.

KEYNES MÁS VIVO QUE NUNCA


Como glosa en nuestro inicio, este blog está adscrito a Tax Justice Network, por lo que con frecuencia reproduciré los interesantes artículos (en español) que me reporta la Red por la Justicia Fiscal. A continuación el último artículo ingresado a mi bandeja:



El FMI recupera los controles de cambio entre sus instrumentos
Por Kevin Gallagher .
En 1942, cuando trabajaba para establecer el Fondo Monetario Internacional John Maynard Keynes dijo que “el control de los movimientos de capital, tanto dentro como fuera de un país, debería ser un rasgo permanente del sistema de la postguerra”.
En su nuevo libro “Ideas sobre el capital: el FMI y el resurgimiento de la liberalización financiera” (Capital Ideas: The IMF and the Rise of Financial Liberalization), Jeffrey Chwieroth argumenta que a pesar de que la profesión económica mantenia ampliamente el apoyo de la posición de Keynes, hacia finales de los años noventa el FMI fue modificando los articulos de sus acuerdos con el fin de desterrar los controles de capital en todo el mundo.
El giro en el pensamiento del FMI, según Chwieroth, se debió al cambio de posición de sus expertos. Y en otro nuevo giro, los expertos del FMI acaban de publicar un documento de posicionamiento donde se retractan de su rechazo de las ideas de Keynes. Ahora llega el momento de que practiquen lo que predican.
El movimiento para desterrar los controles de capital perdió fuerza tras la liberación prematura de la cuenta de capital causante en parte de la crisis asiática de 1997-98; y dado que países como Malasia utilizaron los controles de capital par evitar lo peor de aquella crisis. Sin embargo, entre bastidores, el FMI aún aconsejaba a los países que liberalizaran sus cuentas de capital y eliminaran sus controles de capital.
La verdad es que hasta fechas tan recientes como noviembre 2009, en respuesta al anuncio de Brasil de un impuesto temporal sobre los flujos de entrada de capital especulativo, Dominique Strauss-Kahn director general del FMI decia que “el problema es que la mayor parte de las veces eso no funciona”
Todo eso cambió el viernes 19 febrero 2010 cuando los mismos economistas de Strass-Kahn publicaron un documento sobre posición de los expertos demostrando empiricamente que los controles de capital no solamente funcionan sino que “estaban asociados al haber evitado algunos de los peores resultados del aumento” de la actual crisis económica. El documento concluye que “la utilización de los controles de capital- sumados a politicas tanto macroeconómica como prudencial- se justifica como parte de los instrumentos de politica”
El nuevo informe del FMI describe medidas tales como impuestos sobre deuda a corto plazo (como el caso de Brsil) o exigencias de que los flujos de entrada de deuda a corto plazo vayan acompañados de un depósito a colocar en el banco central durante un periodo de tiempo (como fue practicado por países como Chile,Colombia y Tailandia). La finalidad de tales medidas -que a menudo se introducen cuando los flujos de capital comienzan a recalentar la economía y se suprimen cuando se enfría – es impedir las entrada masiva de dinero caliente que pueda elevar el tipo de cambo y amenazar la estabilidad macroeconómica del país.
Los descubrimientos del FMI no podría haber llegado en mejor momento. La especulación con divisas distintas (carry trade) está de nuevo trayendo capital especulativo hacia los países en desarrollo que podrían perturbar su recuperación de la crisis. Sin embargo, para que sea efectivo el adecuado despliegue de los controles de capital, tiene que superar al menor tres obstaculos.
Primero, el capital especulativo aún puede causar estragos porque el dinero caliente centellea en paises que despliegan controles y en paises que no los aplican. Segundo, pasado un tiempo los inversores evaden creativamente controles de capital mediante derivados y otros instrumentos. Tercero, los acuerdos comerciales y de inversiones con los EEUU convierten en ilegales los controles de cambio.
El antiguo economista del FMI Arvind Subramanian propone una soluación para los primeros dos problemas. Primero, controles de capital completos coordinados entre todos las economías emergentes. Para resolver el problema del fraude en el control de capital, dice, el Fondo debe ayudar a los países en la regulación de los controles de capital y vigilar que no sean eludidos los controles.
El tercer porblema posiblemente sea el mayor obstáculo. Si un país tiene un acuerdo comercial con los EEUU, los controles de capital son ilegales. Son conocidas las medidas de Chile para erradicar entradas de capital pero en virtud del Acuerdo Chile-EEUU de Libre Comercio de la etapa Bush los EEUU forzaron con eficacia a Chile para que lieralmente pagara las consecuencias si volvía a intentar utilizar de nuevo los controles de capital.
El pendiente Acuerdo Colombia-EEUU sobre Libre Comercio,negociado también bajo Bush, excluye el uso de controles sobre el capital. Los Demócratas – que estaban en contra del rechazo por la Administración Bush de los controles de capital en los acuerdos comerciales – ha defendido un nuevo modelo de politica comercial. Se dice qu el representante del comercio de EEUU Ron Kirk va a desvelar próximamente un nuevo modelo de acuerdo comercial de los EEUU.
Es hora de practicar lo que los economistas han predicado al menos desde Keynes: los controles de capital deben ser una de las herramientas disponibles. Las economçias en desarrollo tendrían que contemplar controles de capital coordinados y el FMI prestarles su experiencia para garantizar que esos controles no son burlados. Próximamente, Kirk debería prestar atención a los nuevos descubrimientos del FMI y a la posición de su propio partido para permitir a los àises que desplieguen controles de capital para impedir y mitigar las crisis financieras bajo los acuerdos comerciales con los EEUU. En palabras de Keynes: “No seria descabellado contemplar la posibilidad de un progreso aún mucho mayor”.-