domingo, 30 de noviembre de 2014

Paquete tributario: es hora de pestañear



Queda claro que, ante la desaceleración de la economía, algo hay que hacer para reactivarla. El gobierno ha escogido el camino de disminuir el impuesto a la renta a las empresas (IR) y, también, disminuirlo a las personas naturales.
Como es lógico, las empresas han aplaudido esta medida, ya que van a pagar menos impuestos. Y las personas naturales también. Detrás de esta “unanimidad”, resaltada machaconamente por los diarios concentrados, se esconde un problema, no solo serio, sino grave. Veamos.
El camino escogido va a hacer más regresiva la estructura tributaria de las reformas del 90, que se apoya sobre todo en los impuestos indirectos (IGV, mayoritariamente) y los impuestos selectivos a los combustibles, cigarrillos y licores, aunque en mucho menor medida. Comentaremos las otras medidas en un próximo artículo.
En los países de la OCDE (donde ahora Perú quiere entrar), los impuestos directos a los ingresos y las ganancias de las empresas representan el 34% del total recaudado, pero en América Latina solo el 25%. Sucede lo inverso con los indirectos (IGV): en la OCDE es solo el 30% del total, pero en AL el 51%. Dice la OCDE que esto es regresivo, pues deben pagar más los que más tienen (impuestos directos), ya que los ricos cuando pagan el IGV de 18% gastan una menor proporción de sus ingresos que los “otros”, que  también pagan 18% pero ganan mucho menos. Regresivo, pues.
Entonces, ¿por qué el gobierno no prefirió, como eje central, reducir el IGV para ir a lo “progresivo” (y, de paso, ir preparando la entrada a la OCDE)? El IGV en el 2013 fue S/. 27,164 millones. Si baja del 18 al 16% son S/. 3,018 millones, que el Estado deja de recaudar y que van a los bolsillos de los consumidores, sobre todo los de ingresos bajos, para “reactivar” la economía, de inmediato. Pero no se escogió este (buen) camino.
Se prefirió reducir el IR a las empresas del 30 al 28% en el 2015, llegando al 26% en el 2017. El IR fue S/. 22,262 millones en el 2013 y la rebaja al 28%, significa una menor recaudación de S/. 1,510 millones, que ahora se quedará en las empresas.
Aquí hay varios problemas. Según la Nota Tributaria de la SUNAT, las primeras 50 empresas del Perú (MEGAS) pagan el 27% del total del IR y las siguientes 200 empresas (TOP) el 22% (Cuadro # 48). Por tanto, esas 250 empresas se quedan con la mitad de los S/. 1,510 millones.
Sigamos: el resto de los “principales contribuyentes” (las medianas empresas) pagan un 29% adicional. Y las pequeñas y microempresas (varios centenares de miles) tienen el 21% restante. Más claro ni el agua, la reducción del IR va a los “grandotes”. Esto no lo pudo hacer ni PPK. Por eso dice: “hay que aprobar este paquete sin pestañear”.
Segundo, la “teoría” de Arthur Laffer de que la rebaja de impuestos ayuda a la reinversión de utilidades es falsa (ver www.cristaldemira.com, 17/11/2014). Los empresarios invierten si “ven” que hay demanda, que tendrán una adecuada tasa de retorno y que hay buenas perspectivas de mediano plazo. Y no porque tienen “más caja” debido a la reducción de impuestos.
Este es el meollo de la cuestión
Tercero, dice Rodrigo Prialé de Gerens, que la rentabilidad ha sido muy alta por 10 años consecutivos, superando ampliamente a las empresas de EEUU: las primeras 500 Top tuvieron una rentabilidad del 18% en el 2012, siendo las más importantes el sector bebidas, AFP, telecomunicaciones y bancos (Gestión, 28/08/2013). En el 2013 bajó a 14%, aún mucho más alta que en EEUU: “Una rentabilidad patrimonial de 10 a 15% este año todavía es aceptable. Lo preocupante sería que baje a menos de 10%”.
Pero un par de gritos y cuatro periodicazos bastaron para la “rebaja”. Habrase visto.
Cuarto, se dice que si bien baja la tasa del IR, aumenta la tasa del impuesto a la distribución de dividendos (a los accionistas de las empresas) de 4.1 a 6.8%. De esta manera, se afirma, se mantiene el nivel de recaudación.
Esto es un engaña muchachos. En el Perú, como en todas partes, hay mil “vacíos legales” que permiten usar las utilidades para beneficio de sus dueños, sin que la plata salga de la empresa, lo que se demuestra con el bajo nivel de recaudación del impuesto a la 2da categoría. En Chile, el Fondo de Utilidades Tributarias: “se convirtió en fuente de elusión e incluso de evasión de impuestos” (Programa de Gobierno de Bachelet).
Recordemos que lo que se busca es la reinversión de utilidades y no que el dueño de la empresa tenga más plata para consumo suntuario (como dicen algunos despistados), ¿no es cierto?
Quinto, la evasión del IR, según el actual Director del BCR, Luis Alberto Arias, es de nada menos que el 51% (Cristal de Mira, 24/10/2009). ¿Qué se ha hecho al respecto?
Sexto, los que tienen Contratos de Estabilidad Tributaria (casi toda la inversión extranjera) seguirán pagando 30%, a menos que renuncien a la estabilidad para acogerse al 28%. ¿Veremos a las mineras, petroleras, a Telefónica y a otras grandes empresas haciendo cola para apuntarse al 28%? Vayan haciendo sus apuestas.
Sí es bueno reducir el IR a las personas naturales (4ta y 5ta Categoría) por un monto estimado en S/. 1,500 millones para un millón y medio de personas. Pero, ¡qué diferencia con 750 millones de soles para solo 250 empresas!
Para terminar, el camino escogido por el gobierno acentúa la estructura tributaria regresiva al bajar los impuestos directos y renunciar a la rebaja del IGV. Confía en que los empresarios reinvertirán, sin que exista certeza alguna de que lo hagan, después de 10 años de ganancias altamente superiores a las de EEUU, que en algún lado deben estar guardadas. Finalmente, no existe ninguna indicación de que la esperada reinversión (si llegara) sirva para cambiar el actual patrón primario exportador y llevar a la diversificación productiva.
¿Podremos confiar en que el Congreso corrija esta alianza Segura/PPK, que ni siquiera bajo Fujimori pudo ponerse en práctica? No lo creo. Pero la esperanza es lo último que se pierde.

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Humberto CampodónicoHumberto Campodónico
Estudió Ingeniería Industrial en la Universidad Nacional de Ingeniería . En 1977 obtuvo el Magíster en Desarrollo Económico en la Universidad de París I Panthéon-Sorbonne . A su regreso al Perú, trabajó en el Instituto Nacional de Planificación .
Desde 1978 es catedrático en la Facultad de Economía de laUniversidad Nacional Mayor de San Marcos , donde obtuvo el cargo de decano en el 2010.
Se desempeñó en el Centro de Estudios y Promoción del Desarrollo DESCO ) y en la Comisión Económica para América Latina y el Caribe CEPAL ), como investigador desde 1984 y como asesor en 2001 y 2002 respectivamente.
Fue asesor de Ollanta Humala , presidente electo por las elecciones generales del Perú de 2011. Recientemente fue designado como presidente dePetroperu .

¿Es eficiente económicamente el impuesto a los dividendos?





Iván Alonso

  • Iván Alonso
  • Economista

  • La reducción del Impuesto a la Renta propuesta por el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) la semana pasada es una buena idea, pero combinada con el aumento del impuesto a los dividendos ya no lo es tanto. El objetivo de estas medidas es incentivar la reinversión de las utilidades empresariales, lo cual parece plausible. Pero todo incentivo tributario distorsiona las decisiones de consumo e inversión, con consecuencias indeseables.
Los movimientos en las tasas que ha anunciado el MEF están sincronizados para dar siempre un impuesto total de 33%. Para una compañía que declara utilidades y las reparte inmediatamente como dividendos, los cambios propuestos no hacen ninguna diferencia. Hoy, por cada 100 que gana paga 30 de Impuesto a la Renta; al repartir los 70 que quedan, tiene que descontar 3 como impuesto a los dividendos, y entrega 67 a sus accionistas. A partir del 2015, pagará solamente 28 de Impuesto a la Renta; pero de los 72 que le queden deducirá 5 (el 6,8%) y entregará los mismos 67.
Pero sí hay diferencia cuando las utilidades y los dividendos ocurren en distintos momentos del tiempo. En el caso extremo, la compañía podría no repartir nunca un dividendo, dándole en su lugar al accionista un préstamo sin fecha de vencimiento. O “reinvertir” sus utilidades en una camioneta 4×4 que no aumenta la producción ni baja los costos. El incentivo a disfrazar como inversión lo que son actos de consumo es tanto mayor cuanto mayor sea la tasa del impuesto a los dividendos.
Lo peor, sin embargo, no es eso, sino que el incentivo tributario induce a algunas empresas a hacer inversiones poco rentables, inversiones que no harían si no tuvieran el beneficio fiscal. Las induce, en otras palabras, a hacer mal uso del capital, siempre escaso, del que dispone el país.
Como una parte de la inversión se financia con plata que, de cualquier manera, no iba llegar a las manos de sus accionistas, las empresas pueden ser menos exigentes en la evaluación de sus proyectos. El impuesto a los dividendos difiere una parte de la carga tributaria, que es como si el fisco invirtiera junto con la empresa, pero no reclamara una parte de las ganancias. En esas condiciones, el proyecto no necesita ser tan bueno para que la empresa obtenga la rentabilidad esperada sobre la parte de la inversión que financia con los fondos que pertenecen a sus accionistas. La distorsión crece a medida que aumenta la tasa del impuesto a los dividendos porque una proporción cada vez mayor de la inversión se financia con recursos fiscales.
El incentivo tributario, además de ineficiente, en el sentido indicado, es injusto porque solamente beneficia a las empresas ya constituidas. No tienen el mismo trato las inversiones que hacen las empresas recién creadas. Tampoco la gente que hace negocios por cuenta propia.
Sería preferible que el MEF elimine el impuesto a los dividendos y mantenga, si quiere, la tasa del Impuesto a la Renta para personas jurídicas en 30%. El costo fiscal no sería muy alto: posiblemente de 1.000 a 1.500 millones de soles al año. El mismo impuesto para todos, independientemente de que sean empresas nuevas o viejas, corporativas o unipersonales, de que se gasten o reinviertan sus utilidades: eso sí sería un estímulo para toda clase de inversión, pero sin las ineficiencias e inequidades del sistema que actualmente tenemos.