jueves, 24 de febrero de 2011

Aunque vendas afuera, pagas el impuesto aquí



Por Humberto Campodónico


Hace dos días la Comisión Permanente del Congreso aprobó que la ganancia de capital proveniente de la venta de empresas peruanas en el extranjero deberá pagar impuesto a la renta en el Perú.
La ganancia de capital es aquella que realiza el vendedor de las acciones de una empresa y es la diferencia entre el monto invertido y el precio al cual vende sus acciones. Este pago procederá cuando se venda más del 50% de las acciones, es decir cuando el comprador sea el nuevo dueño de la empresa.
En esta época de la globalización, donde la práctica de compra y venta de empresas a nivel internacional es moneda corriente, esta ley se caía de madura (1). En los últimos años ha habido 5 casos emblemáticos de ventas de empresas peruanas en el extranjero por US$ 3,029 millones e impuestos no pagados por un total aproximado de US$ 760 millones (ver cuadro).
Podríamos agregar otros casos más antiguos como el de ASARCO, propietaria de la Southern, que fue comprada por el Grupo México en EEUU en 1999 por US$ 1,180 millones. Duke Energy compró, en EEUU, los activos latinoamericanos de Dominion Energy, propietaria de Egenor, en 1999; Sempra Energy y PSEG compraron Ontario Quinta, propietaria de Luz del Sur. Petrobras compró, en Argentina, a Pérez Companc (dueña del Lote X de Talara). Y así.
Este “escurridizo” proyecto de ley estaba en el Congreso desde marzo del 2008, pero los “lobbies” lograban postergar su aprobación. Uno de sus principales opositores fue el propio Presidente de la Comisión de Economía del Congreso, Rafael Yamashiro, PPC.
Hay que mencionar, también, que ese impuesto a la ganancia de capital ya lo pagaban las empresas “no domiciliadas” en el Perú. Así, cuando BHP Billiton vendió Tintaya a XStrata en el 2006 por US$ 750 millones, BHP Billiton le pagó S/. 400 millones a la Sunat. Pero existía un “vacío legal” por el cual se podía eludir ese pago, que es lo que usaron Vale, Monterrico Metals, Peru Copper, Kallop y Barrett. Ese vacío ahora se ha cerrado.
Pero la actividad “lobbista” no cesa y ahora se afirma que eso va a desfavorecer la inversión extranjera en el Perú pues ésta tendrá un “costo de salida”. No, señor. Quienes realizan una ganancia de capital están obligados a pagar el impuesto de todas maneras. La cuestión es que ese impuesto lo pagan en Inglaterra (Monterrico Metals), en EEUU (Barrett y William Kallop, de Petro-Tech), o en Holanda (Vale do Rio Doce por la venta del 60% de sus acciones de Bayóvar).
Claro, los “lobbistas” siempre podrían decir que si la empresa vendedora está “parqueada” en un paraíso fiscal, entonces no pagaría impuestos. Pero eso querría decir que se está de acuerdo con la evasión tributaria, justo cuando los gobiernos europeos están planteando (por lo menos en el papel) la eliminación de los paraísos fiscales.
Por todo lo mencionado, nos parece muy bien que se haya eliminado la ventana del no pago del impuesto a la renta. Pero, ojo, tan solo nos hemos puesto al día con países como EEUU y Chile, donde desde hace años las ganancias de capital se pagan allí donde se genera la renta de una empresa. Y no en el extranjero.
(1) Nuestro primer artículo planteando la necesidad de ese impuesto fue: “¿La globalización nos hace cholitos?”, http://www.cristaldemira.com/, Diciembre del 2010

lunes, 21 de febrero de 2011

COLABORACIÓN DE FREDDY ALARCÓN


Una historia conocida….

Por Freddy Alarcón Vargas(*)

Esta es la historia de un padre de familia como muchos en el Perú, tiene esposa y tres hijos, trabaja como obrero en una empresa de la capital. Su sueldo mensual es de S/ 1,000 y lo ha destinado a sus gastos (presupuesto) de la siguiente manera:

Ingresos Gastos
Sueldo mensual 1,000 Alimentación 350
Educación 300
Salud 100
Vestido 100
Recreación 50
Vivienda 50
Otros 50
------- -------
Total ingresos 1,000 Total egresos 1,000

En el caso de que sus gastos en un mes sean menores a los ingresos se genera un ahorro y en caso contrario tendría que recurrir a un préstamo para cubrir el déficit.
En una fecha el empleador decide pagarle desde ahora solo S/ 700 mensuales aduciendo que el negocio no marcha bien, que la producción ha decaído, que él ya no realiza un trabajo de calidad y otros motivos.
Como nuestro amigo necesita del trabajo, sigue laborando pero ahora su presupuesto se ajusta de la siguiente manera:

Ingresos Gastos
Sueldo mensual 700 Alimentación 300 (1)
Educación 200 (2)
Salud 50 (3)
Vestido 50
Recreación 0 (4)
Vivienda 50
Otros 50
------- -------
Total ingresos 700 Total egresos 1,000

(1) Si antes podía tener un desayuno con pan acompañado de algo (huevo, jamonada, etc), ahora va ser pan sólo.
(2) Si antes podía comprar a sus hijos los libros para la escuela, ahora a lo mucho tendrá que sacarle fotocopia a algunos libros.
(3) Si antes cuando se enfermaba podía ir a un médico, ahora cada vez que se enferme tendrá que ir a una farmacia y pedirá unas medicinas (con los problemas de salud que trae una automedicación) .
(4) Si antes podía salir con su familia a pasear, ahora solo podrá ir al parque de la esquina.

¿Qué opina usted de lo que le ocurrió a nuestro amigo? ¿Es justo lo que hizo su empleador con él? ¿Cómo será la calidad de vida de ahora en adelante para él y sobre todo para su esposa e hijos?

Pues bien, permítanme presentarle ahora a nuestro amigo, él se llama PERU.
Los ingresos que el percibe mensualmente son los impuestos que todos nosotros pagamos.
Los egresos son aquellos que el gobierno destina a cada sector económico: salud, vivienda, seguridad, educación, etc.
Cuando se reducen los ingresos de S/ 1,000 a solo S/ 700 , eso es el producto de la evasión tributaria.
Al igual que en el caso de nuestro amigo trabajador, cuando los ingresos obtenidos no pueden cubrir los gastos presupuestados, ocurre que el estado debe prestarse dinero (en efecto aumentando la deuda externa).
Ahora, ¿Quién cree usted que actúa como empleador de nuestro PERU?.
Exacto, somos todos nosotros como contribuyentes. En el ejemplo inicial usted cree que el empleador actuó mal con nuestro amigo trabajador (pensó acaso que era un empleador abusivo e injusto) ¿Cómo esta actuando usted como empleador?


viernes, 18 de febrero de 2011

La reducción del ITF y del IGV



Pocos impuestos son tan antitécnicos como el ITF. No grava la renta o el consumo, sino la forma cómo se transa: si es en efectivo, no se paga; si es a través del sistema bancario, sí. Un absurdo que viola los principios de la tributación. Por ello, su reducción de 0.05% a 0.005% es muy positiva, no deja un costo para la economía y permite que la Sunat recabe información para fiscalizar. Es más discutible, en cambio, la baja del IGV de 19% a 18%. Conceptualmente, un impuesto al valor agregado debiera ser algo menor, sobre todo en países con alta informalidad. En Colombia y México es de 16%. Y en Perú era de 18% hasta 2003, cuando se elevó “temporalmente” por las premuras del Tesoro. En una estructura tributaria ideal sí correspondería un IGV menor. El momento, sin embargo, puede no ser el más oportuno. Primero, el IGV no es un instrumento para reducir la inflación. Con la actividad productiva creciendo a 9%, impulsada por consumo e inversión privada, se debería ejecutar una política fiscal contracíclica. Y la reducción del IGV –más la del ITF– va en sentido contrario. Solo se justificaría si se aplica un recorte del gasto que compense los S/.2,700 millones anuales que cuestan esas medidas. Y este ajuste parece poco probable que ocurra.

miércoles, 16 de febrero de 2011

LA REBAJA DEL IGV: UNA DOBLE MIRADA


Por Humberto Campodónico


La rebaja del IGV del 19 al 18% del PBI, aprobada ayer por el Congreso por un pedido del Ejecutivo, es una medida positiva pues el IGV es un impuesto indirecto que grava a todos los peruanos en general, pero que proporcionalmente grava más a los pobres. Esto porque los pobres destinan una proporción mucho mayor de sus salarios a la compra de bienes gravados con IGV, mientras que esa misma proporción es mucho menor para las clases altas ya que sus salarios son 7 a 8 veces superiores.
Ahora bien, todo esto es en la teoría porque en el Perú sabemos que las rebajas de los impuestos casi no llegan a los consumidores debido al carácter oligopólico de los mercados (están concentrados en pocas empresas). El gobierno ha dicho que desea combatir la “inflación importada”. Pero ya sabemos que las alzas de precios internacionales no se combaten con rebaja de impuestos, lo que ya ha sido demostrado con las rebajas de aranceles, que tuvieron un impacto nulo en los precios de los productos, siendo el caso de las medicinas la demostración más flagrante de este “engañamuchachos”.
La cuestión clave es que el gobierno dice que esta baja del IGV no afectará los ingresos tributarios porque “el país está creciendo y eso mejorará la recaudación de todas maneras”. O, lo que es lo mismo, se nos dice que la recaudación es adecuada y que no se necesita subir impuestos sino bajarlos.
Eso no es así porque en el Perú la presión tributaria es una de las más bajas de América Latina, ya que solo llegó al 15% del PBI en el 2010 mientras que el promedio de la Región es 17%. Agreguemos que estamos en 15% debido a los altos precios de los minerales, ya que en el 2009 –cuando bajaron– la recaudación tributaria solo llegó al 13.6% del PBI. Ese es su nivel “normal”. Por eso el Acuerdo Nacional, en el 2002-2003, planteó que la presión tributaria debiera llegar, progresivamente, al 18% del PBI para atender las necesidades de inversión en salud, educación, infraestructura que necesitan los peruanos. Para eso se necesita una reforma tributaria integral que –ya sabemos– “se promete pero no se cumple”.
Lo coherente hubiera sido que el gobierno diga: bajamos el IGV (impuesto indirecto que afecta a los más pobres) al mismo tiempo que subimos los impuestos directos, que gravan más a los que más tienen.
Recordemos que la estructura tributaria en el Perú (y en América Latina) recauda más con impuestos indirectos que con directos. Lo contrario sucede en EEUU y Europa donde la recaudación por impuestos directos (a la renta y al patrimonio) es mucho mayor. Por eso, nuestra estructura tributaria es considerada regresiva.
Muchas cosas se pueden hacer para elevar los impuestos directos: una es eliminar las exoneraciones tributarias al sector financiero y al minero. Otra es combatir la evasión al impuesto a la renta. Dice el Centro Internacional de Administración Tributaria (CIAT) que en el Perú la recaudación del impuesto a la renta debiera ser el 10.2% del PBI pero que solo llega al 4.9%, lo que nos da una tasa de evasión del 51%.
Otra, tanto o más importante, es el impuesto a las sobreganancias mineras y petroleras, algo que este gobierno planteó en el 2006 pero después dejó de lado.
Así, se puede concluir que esta rebaja del IGV tiene un claro tinte político: de un lado, golpear a Toledo (diciendo que fue su gobierno el que lo subió a 19%) y, de otro, sacar del debate político la reforma tributaria integral (que incluye el impuesto a las sobreganancias mineras y petroleras) porque “la recaudación es adecuada”. García a las andadas, otra vez. Qué les parece.

martes, 15 de febrero de 2011

OPINIONES ACERCA DE LA BAJA DEL IGV


Por qué una nota “ambigua” acerca de la reducción del IGV? Porque tengo sentimientos encontrados que trataré de explicar. Estoy de acuerdo con el “qué” pero no con el “cómo”.
El Qué
Regresar el IGV a su nivel anterior de 18% es una medida acertada, de justicia y económicamente buena (ojo, hablando como economista no como cajero). El punto adicional se crea cuando en el MEF cundía la desesperación por equilibrar el presupuesto ante la decisión del Presidente Toledo de subirle el sueldo a los maestros, medida que no estaba presupuestada y que urgía financiar. Los que tengan buena memoria se acordarán incluso de los anuncios del Ministro Silva Ruete acerca de que se estaba estudiando poner impuestos a las llamadas por celular y a la TV por cable para financiar estos gastos no presupuestados. Al final el prevaleció el sentido común y se optó por lo menos malo: elevar el IGV en un punto como una medida “temporal” - iba a terminar en diciembre del 2004 – pero como todo adicto al “crack” el Gobierno se volvió también adicto a este nuevo ingreso y no lo pudo eliminar hasta hoy.
[Una nota al margen: Dicho sea de paso, es una pena que después de casi 20 años de reformas económicas, sigamos teniendo la mayor parte del presupuesto financiado por impuestos indirectos (IGV e ISC) cuando los países más desarrollados basan su presupuesto en impuestos directos. Esto demuestra lo lejos que estamos de alcanzar status de “economía desarrollada” a pesar de algunos anuncios delirantes.]
Sin dudas, un IGV de 19% es altísimo y sumamente distorsionante. Rebajar impuestos indirectos es una manera de devolver dinero a los contribuyentes, en este caso, particularmente a los agentes económicos formales que son los que soportan la pesada carga de la tributación en un país con un altísimo nivel de informalidad. Todos aprendemos en el primer año de universidad como los impuestos indirectos (que afectan precios y no rentas) son altamente distorsionantes y reducen la eficiencia del sistema de precios, afectando también el bienestar de productores y consumidores. Por esta razón, una rebaja como la propuesta debe ser – desde el punto de vista económico – bienvenida. Y ojalá se pudiera rebajar aún mas para llevarlo a niveles del 12% en el mediano plazo, claro está, sujeto a que tal rebaja es sustentable desde el punto de vista presupuestario.
Un punto del IGV representa unos 2,000 millones de soles y seguramente detrás de esta decisión del MEF está la proyección de un extraordinario periodo de regularización del impuesto a la renta este Marzo que viene, donde las empresas regularizan el pago del IR con respecto a los resultados del año 2010 y que – en particular para el caso de las empresas exportadoras ligadas a commodities – debe haber sido espectacular. Por lo tanto, no me cabe duda de que esos 2,000 millones de soles serán compensados con mayores ingresos por IR respecto del presupuesto.
El Cómo
Lo negativo de esta decisión es el “cómo”. Para empezar, esta decisión se toma apenas un día después que el presidente Alan García pidiera públicamente al MEF evaluar una reducción de costos tributarios. Todos los que hemos trabajado en el MEF (y yo he trabajado en tres administraciones distintas) sabemos que una reducción de impuestos no se analiza en un día. Incluso, el propio Ministro de Economía había dicho no saber en la víspera a cuánto podría bajarse el IGV y ofrecía terminar de estudiar el tema antes de culminar este gobierno. Vale recordar que hace pocos días, el propio Presidente García había considerado imposible reducir el IGV tal como lo había planteado Alianza por el Gran Cambio (PPK). Este sorpresivo anuncio demuestra que esta medida se ha tomado sin mayor análisis y solo para responder a un pedido público del Presidente al MEF, lo cual ya empieza a verse mal.
En segundo lugar, esta medida parece estar motivada no por las consideraciones de eficiencia económica o de justicia reseñadas arriba, sino por el fantasma de una subida de precios de alimentos y combustibles. Es decir, se pretende utilizar la rebaja del IGV como una herramienta anti-inflacionaria y eso sí es una barbaridad que no resiste el menor análisis. Los impuestos son para otra cosa, no para detener presiones inflacionarias. Peor aún, el efecto inducido por la reducción impositiva sobre la demanda agregada puede hacer incluso mayores las presiones inflacionarias. Desde este punto de vista, esta medida es un despropósito pues no cumplirá con el propósito que se está persiguiendo.
En tercer lugar, esta es una medida que debe tomar un gobierno que empieza no uno que esta por irse. El año fiscal recién empieza, la turbulencia internacional no ha terminado, pero ya estamos retirando ingresos permanentes que serán cubiertos por ingresos con un alto componente temporal (como aquellos provenientes del IR de los exportadores de commodities).
¿Cuál es el realmente el punto central?
El punto central es que la política fiscal y la política tributaria se siguen manejando en forma discrecional, de acuerdo al criterio del ministro o presidente de turno, sin ningún criterio de planificación de mediano plazo (multi-anual). Se sustituyen ingresos permanentes por temporales como si fueren intercambiables, se financian gastos permanentes con ingresos temporales, se bajan tasas para contener la inflación, y así sucesivamente. El ciclo presupuestal sigue siendo anual y miope. La formulación presupuestal es inercial y no presta ninguna atención a los componentes permanentes y temporales de ingresos/gastos. Y eso es lo que está mal.
Por todo lo anterior, escribo esta nota ambigua y esquizofrénica.

Fuente : blog de Cayo